viernes, 18 de enero de 2008

Recetas del conocimiento popular





Farmacéutico es su profesión, y esa ha sido su licencia para empezar desde hace dos décadas, a estudiar las bondades que se encuentran en las plantas medicinales. Varios libros dan cuenta de esas investigaciones



Nilsa Gulfo
Foto: Armando Sánchez



Ricardo Gil está convencido que con eso del uso de las plantas medicinales no está “descubriendo el agua tibia”. Como conocedor del tema, desde hace casi dos décadas, sabe de sobra que las plantas con propiedades sanadoras, fueron las primeras medicinas utilizadas por el hombre para curarse de sus males y que, a fuerza de ensayos y errores, ese hombre igualmente aprendió a identificar las que curaban, pero también las que mataban.
Y es que hasta principios del siglo XX en nuestro continente las plantas medicinales eran parte de ritos y ceremonias realizadas para la cura de enfermedades. La llegada de la química hizo que la medicina tradicional pasara a un segundo plano.
No obstante esa práctica sigue viva, de hecho las tres investigaciones que ha realizado Gil Otaiza, en los andes venezolanos, así lo demuestran.

Entre suspicacias
Hace casi veinte años atrás, la percepción sobre el uso de plantas medicinales no era la misma de ahora. Muy bien se le podía llamar “brujos” a quienes se dedicaban a usarlas como alternativa médica. La cuestión ha cambiado y ahora abundan las publicaciones impresas y páginas en Internet sobre el tema. Pero ya Ricardo Gil Otaiza pasó ese trago amargo de proponer en su facultad un estudio para determinar que plantas medicinales usaban los merideños. Una especialización realizada en México, a mediado de los noventa, le dio luz para iniciar una ambiciosa investigación en la zona metropolitana de Mérida sobre el tema.
La propuesta incluía una metodología que hasta los momentos no había sido probada en la Facultad de Farmacia de la Universidad de los Andes, institución donde dicta clases desde hace 17 años. Se trataba de hacer encuestas para saber cuales eran las plantas medicinales que usaban los merideños y sobre todo para tipo de males las utilizaban.
La respuesta a esta aventura tuvo sus frutos en 1997 cuando salió a la luz pública un libro que recogía más de 150 plantas medicinales y que llamó: “Plantas Usuales en la Medicina Popular Venezolana” y que nació de la aplicación de unas mil quinientas encuestas.
Cuenta Gil Otaiza que las consultas se realizaron desde la Vuelta de Lola hasta La Parroquia, es decir se cubrió la ciudad de punta a punta. “el primer peldaño de la investigación consistía en ver cuales eran las plantas medicinales utilizadas, para que, que nombre tenían, como se preparaban, si tenían un ritual mágico religioso, etc. Una vez, con esta información, nos íbamos al laboratorio y hacíamos el examen fotoquímico para determinar si la planta encontrada contenía principios activos que avalaran el uso popular”. Explicó el investigador.
Este estudio, que duró más de dos años, arrojó que efectivamente el merideño usa las plantas medicinales, más de lo que se piensa. Según Gil Otaiza, los encuestados, todas personas mayores de 60 años, aseguraron que el aprendizaje sobre el uso, venía de generación en generación.
De acuerdo a lo contado por el especialista, el estudio nació de una ciudad que tiene una relación estrecha con su entorno, en donde fácilmente se puede encontrar una planta medicinal sembrada en un jardín de una casa, o en la calle y hasta en un tarantín del mismo mercado principal. “Se encontraron plantas que no se habían reportado como medicinales”.
Como resultado de esta investigación se editó en 1999 un breve diccionario de plantas medicinales, que vendría a ser ,algo así como, una segunda edición del primogénito libro.
Una mirada a lo mágico religioso
Una siguiente investigación llegó cinco años después, esta vez haciendo dupla con el ingeniero Juan Carmona. Acá se alejó del mundo citadino y se adentró en las comunidades campesinas. El municipio Sucre fue el centro de atención esta vez, específicamente las poblaciones de Lagunillas y San Juan.
Los tres años de investigaciones en esta zona le dieron otro libro como producto: Herbolario Tradicional Venezolano que se publicó en el 2003. Esta vez el aporte fue mayor, pues se realizó investigación donde se encontró que los campesinos, además de usar cantidades de plantas y hierbas para curar sus males, utilizan rituales mágicos religiosos para garantizar un mejor efecto. Aún cuando Otaiza aclara en el libro que estas son tradiciones, que en algunos casos no comparten, son grandes aportes a la investigación, de allí -dice- que no se puede desdeñar el hecho que una señora antes de tomarse una manzanilla, se haga la señal de la cruz o rece un Padre Nuestro. Más de cien plantas se dieron a conocer por esta zona
Tanto fue el éxito de este texto que el Consejo de Publicaciones de la ULA, patrocinante del libro, lanzó en el 2006 una nueva edición debido a su alta demanda no sólo en el país, sino fuera de nuestras fronteras.
Una revista científica de la ULA da referencias de una nueva búsqueda que se centró esta vez por los lados de Mesa de los Indios, una población ubicada en el municipio Campo Elías. Aún cuando está en planes publicarla como libro, esta experiencia recoge los legados indígenas en cuanto a plantas medicinales.
Lo que si está en proyecto, para ser iniciado muy pronto, es una amplia investigación en el Páramo merideño, donde según Gil Otaiza, se espera encontrar elementos totalmente contrapuestos a lo que se han hecho hasta ahora. El frío clima de esos lados enriquecerá parte de lo que a futuro se plantea como una gran enciclopedia que recoja las plantas medicinales de los Andes merideños.
Con todas estas indagaciones, el grupo de investigaciones del que forma parte Ricardo Gil Otaiza, tiene como fin recoger todas esas tradiciones que de generación en generación se han estado pasando. No sólo para salvaguardalas sino para difundirlas a las propias comunidades, que muchas veces no saben que en el patio de su casa pueden encontrar alguna solución a sus quebrantos de salud.


Reseña de un investigador de plantas


El nombre de Ricardo Gil es ampliamente conocido en Mérida, su vinculación con la Universidad de Los Andes es la razón primordial. Su periplo por el decanato de la Facultad de Farmacia y la conformación de un grupo de investigación de esa dependencia lo ratifican. No obstante fuera de su profesión de farmaceuta, de sus dos maestrías y dos doctorados, Gil Otaiza también es altamente conocido. Además de ser escritor, es crítico literario y articulistas de varios medios regionales y nacionales. Hasta ahora este hombre de 46 años ha escrito unos diez libros, sin incluir los especializados en plantas medicinales. Su última obra toma como actor primordial al patriarca del las letras merideñas: Don Tulio Febres Cordero de quien saca una labrada historia que ya empieza a sacar las mejores críticas. Entre algunas de sus publicaciones se destacan:
- Espacio Sin Límites (novela)
- Paraíso Olvidado ( cuento)
- El Otro Lado de la Pared (cuento)
- Corriente Profunda (poesía)
- Manual del Vencedor (poesía)
- Ser Felices por Siempre (Ensayo)
- La Universidad como Proyecto de Estado ( Ensayo académico)
- Perspectiva de la educación Superior Venezolana en un Mundo Globalizado(ensayo)



Ranking de ramitas

Gil Otaiza ha asegurado que las investigaciones que ha realizado apenas cubren un 7 por ciento de las plantas que existen o que pueden existir en el estado. Esto quiere decir que la riqueza en el área es más de lo que nos imaginamos. El éxito de las publicaciones radica en el lenguaje sencillo y ameno que se utiliza para explicar las bondades de plantas tan conocidas como el romero, la manzanilla o la hierbabuena. Pero llama poderosamente la atención como además puedes encontrar los usos y hasta los ritos religiosos que se utilizan en algunas curas. Pero hay plantas predilectas en la población, de allí que para este especialista existen cinco especies que se pueden catalogar como las más usadas dentro de la población y que coincidencialmente son las percibidas como las más milagrosas. Gil habló de cinco específicamente:
El primer lugar se la lleva la zábila, la cual sirve aparentemente para todo. En el libro Plantas Usuales en Medicina Popular Venezolana está recomendada, entre otras cosas, para tratar problemas digestivos, cicatrices manchas en la piel, diabetes, problemas renales, entre otra cantidad de patologías.
Un segundo puesto lo ocupa la manzanilla, a quien se le da el privilegio de curar problemas digestivos, resfriados, lechina, nervios, irritación ocular, diarrea, estrés …y pare de contar.
El tercer lugar lo ocupa el romero. Esta planta, según las indicaciones del libro se usa para atacar los resfriados, la hipertensión, inflamaciones, problemas renales, expectorante, y hasta para teñir el cabello.
Hay otra planta, que aun con un nombre nada común, asegura Gil Otaiza, que es muy buscada por los merideños. Se llama Bay-rum una especie apreciada por sus cualidades para aliviar las dolencias de extremidades y del cuello, así como dolores musculares. La quinta planta más buscada por sus propiedades curativas es la Ruda, la cual en sitios como Lagunillas, antes de usarla, se le pide permiso a la planta para quitar las ramas y se le encomienda la curación a Dios y a la Virgen. Sus propiedades curativas van desde solucionar problemas cardíacos, dolor de oído, dolor de cabeza, dolor de estómago, problemas circulatorios y sinusitis, entre otras.

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