Alexander Carballo es orfebre. Desde hace más de siete años empezó como artesano en las calles de Mérida. Usa conchas de coco, semillas, piedras de río y un extraño fruto traído de amazonas para realizar creaciones totalmente artesanales
Por: Nilsa Gulfo
Fotos: Armando Sánchez
Hace unos cinco años José Alexander Carballo llegó al Mercado Principal de Mérida a probar suerte como orfebre. Ya hacía unos dos años las calles de Mérida le habían conocido de cerca y las aceras del centro de la ciudad fueron sus más cercanas colaboradoras. Aún recuerda la época en que se ganaba la vida mostrando su artesanía en un pedazo de tela colocada en el piso, junto a otros artesanos de la ciudad. También recuerda, con humor, las carreras que daban cuando llegaba la policía a desalojarlos.
Era la época en que en Mérida se había creado un movimiento muy fuerte de artesanos, que muchos llamaban simplemente hippie. Eso fue mucho antes que uno de los gobiernos de Mérida, decidiera construir lo que hoy se conoce como “el Boulevard de los Artesanos, ubicado en el Viaducto Campo Elías de la ciudad de Mérida. Esta decisión gubernamental se tomó para ubicar, en un solo lugar, a quienes se dedicaban a hacer este tipo de trabajos manuales.
Este merideño, nacido por los lados de El Playón, en la vía que conduce hacia El Valle, empezó elaborando lo que la mayoría de los artesanos hace: collares, pulseras y otros accesorios. Sin embargo su curiosidad fue más allá. La cultivó asistiendo a cantidad de exposiciones y realizando cursos sobre orfebrería dictados por el Consejo Nacional de la Cultura (Conac). Asegura que perfeccionó lo que se llama armado, que no es otra cosa que hacer figuras con alambre de cobre. De la misma manera aprendió a trabajar con cuero y otros materiales que podía conseguir con los pocos recursos con que contaba.
Un arte-sano
Alexander nunca consideró una ofensa que se les llamaran artesanos, pues como su palabra lo indica es un arte sano, que trata de utilizar las herramientas más elementales y los materiales que brinda la madre naturaleza. Pensando en esa madre naturaleza fue que un día se topó con el trabajo artesanal que se estaba haciendo en Colombia. Por mera casualidad, y en una oportunidad que asistió a ese país para participar en una exposición, vio en la televisión un reportaje donde hablaban de cómo los artistas colombianos utilizaban materiales orgánicos, que muchos consideraban desechos, para hacer verdaderas maravillas. Allí, en esas creaciones, vio como las conchas de naranjas, semillas y otras cáscaras eran trabajadas como verdaderas joyas.
Esa particularidad en los materiales utilizados para realizar piezas artesanales, partiendo de conchas y semillas, le dio verdaderas luces para experimentar con otros materiales. Al llegar a Mérida miró las conchas de las frutas con otros ojos e inició una aventura que hoy día tiene sus frutos.
En su pequeño taller, con las herramientas básicas, algunas creadas por el mismo, empezó a darle forma a las conchas de coco, a la tapara o totumo y a algunas semillas que consideraba podían trabajarse artísticamente. De ese “ensayo y error”, fueron surgiendo piezas que ya se diferenciaban sustancialmente de lo que había venido trabajando. Ya Alexander no era el creativo artesano sino un verdadero artista.
El resultado fue tal, que su cuñada le propuso colocarse en un pequeñísimo espacio en el Mercado Principal a “ver como le iba”. Le fue tan bien, que ya al año estaba pensando comprar un local en el concurrido espacio turístico.
La colección de semillas y conchas fue creciendo. Ya no era sólo coco, peonías, nácar u otros materiales conocidos, las cuales conjugaba con mostacilla, bronce y otras piedras. Ahora entraban en su colección las conchas del pistacho, de nuez, corozos y otra gran cantidad de cáscaras que iba recogiendo durantes sus travesías y recorridos que realizaba como voluntario del grupo Águilas de Rescate, actividad que considera su segunda pasión.
Otro de los materiales que ha utilizado es el cacho de toro. Conseguir este material no le cuesta mucho, pues un hermano que trabaja en un frigorífico es quien lo surte constantemente. Sobre este material se pueden encontrar verdaderas bellezas que, en la mayoría de los casos, tienen incrustaciones de plata.
Vino de la Amazona
La pequeña tienda artesanal de Alexander todavía no tiene nombre. Anda en busca de uno que recoja todo lo que significa trabajar con estos materiales. Por ahora sólo se le conoce como la tienda de Alexander, ubicada en el Módulo B, del tercer nivel del Mercado Principal. En el local 8 para quienes quieran conocer este hermoso trabajo. Tiene en la parte alta, un angosto espacio donde trabaja algunas piezas, pero su mayor labor la realiza en un taller que tiene en su casa.
A la entrada lo primero que se observa es un extraño bulto. Muy similar a un avispero, sólo que formado por conchas muy duras. Ese este material el que Alexander considera su material estrella. Se llama Tagua y lo conoció una vez que viajó a Choroní con unos amigos y del cual ya había escuchado en Colombia.
Este material viene de una palma que ya es ampliamente conocida por los lados de Ecuador y Colombia. A esta semilla de la planta se le conoce como el marfil vegetal por su parecido con el marfil proveniente de los colmillos de los elefantes. Se cultiva en los bosques húmedos y acumula en su tronco grandes formaciones del fruto que se asemeja a un racimo de pelotas. En el interior de cada una de ellas se encuentran unas semillas, que son comestibles cuando están tiernas. Luego endurecen hasta adquirir una consistencia muy parecida al marfil.
Con este material se le ha colocado casi un sello personal al trabajo de este joven. Así lo decidió desde que empezó a trabajarlo y a elaborar creativas piezas que realmente son hermosas y que se exhiben en la tienda.
Collares de diferentes modelos, zarcillos, pulseras, llaveros y anillos se muestran con delicadeza en este rincón del mercado. Explica que es este material con el que mejor se ha sentido, pues es hermoso, fácil de trabajar y adquiere una exuberante belleza.
Otro de los aspectos llamativos del trabajo de Alexander Carballo son colores utilizados en el trabajo con la tagua. Intensos colores que van desde un agradable verde hasta un exquisito anaranjado. Resaltan igualmente los morados, azules, marrones y rojos. Esas tonalidades y hasta esas imperfecciones en el trabajo con la Tagua hacen muy atractivo el producto. De los colores explica que son vegetales y tratando de tal anera que se asemejen a los que vemos en los árboles, en las propias conchas y semillas.
Con este material ha avanzado hasta el punto que le ha ido agregando elementos que cada vez hacen el trabajo más atractivo. Ahora se observan collares de tagua, con incrustaciones de bronce, plata y hasta cuarzo. También hay quienes solicitan piezas únicas y recurren a la creatividad de Alexander.
En realidad el que se acerca a la tienda de este orfebre, con raíces de artesano, recibe más que un hermoso producto, recibe una clase de donde proviene cada uno de los materiales de utilizados para estas creaciones.
Pensando en ellas
Las creaciones realizadas por Alexander Carvallo van dirigidas directamente a las féminas, aún cuando anillos y pulseas también satisfacen los egos masculinos. Por ello asegura que siempre que está elaborando un accesorio siempre piensa en el tipo de mujer que se lo usará. Me la imagino-dice- si es para una mujer alta, baja, gordita, blanca, morena, porque para todas hay una pieza que le va a quedar a la perfección. Igualmente considera que su trabajo va más allá de hacer las piezas y venderlas, pues se trata igualmente de hacer recomendaciones sobre la conveniencia o no de una compra.
Otros rumbos
A estas alturas y con cantidades de planes sobre lo que quiere lograr como orfebre-artesano, está completamente convencido que ese será su modo de vida por siempre. La satisfacción ha sido tal que no piensa tomar otro rumbo que no sea el de seguir cosechando y nutriendo el trabajo manual. Lo que si ha pensado es afianzar el trabajo utilizando otros materiales. Ya ha estado incursionando en la elaboración de piezas moldeando la plata como elemento principal. Por ahora está exhibiendo lo poco que ha estado realizando, lo cual-asegura-ha sido bien visto por los clientes.
Lo que si asegura es que no dejará, por nada del mundo, usar sus semillas, sus cáscaras y mucho menos su Tagua. Estos son elementos que perfectamente pueden cazarse con otros materiales como la plata, el cuarzo y el oro. Quienes deseen apreciar estas obras salidas de las manos de Alexander Carballo sólo tienen que pasearse por los pasillos del Mercado Principal y ver de cerca las creaciones de este joven. Seguramente se asombrarán, no sólo de la creatividad que se irradia en el agradable sitio, sino de los precios que se pueden encontrar.
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